No todas las certificaciones
energéticas son iguales. Y menos mal, porque si lo fuesen, nuestra labor sería
más propia de una fábrica de montaje automatizada como la que Charles Chaplin
nos mostraba en su genial película “Tiempos modernos”. Ni tampoco todos los
clientes son iguales, evidentemente. Aunque sea de pasada, abre tu base de
datos de operaciones realizadas y, en un par de minutos, observa toda tu
trayectoria. Seguro que comenzarás a recordar anécdotas de lo que te pasó en
tal o cual vivienda y sonreirás; y del mismo modo, fruncirás el ceño al
rememorar algunas peripecias no tan agradables. Y como el tiempo todo lo cura,
aquella nube se desvanecerá en tus recuerdos de manera inmediata.
Lo que te quiero comentar es que el
certificador energético (y por ende, cualquier tipo de profesional), es como un
malabarista que en muchísimas ocasiones está lidiando con numerosas pelotitas a
la vez, todas ellas pasando de mano en mano y transcribiendo parábolas en el aire.
Imagínate que se nos cae una: de manera inmediata el tinglado se colapsa y da
con todas las demás bolas en el suelo. Por ello, en las ocasiones en las que lidies
con numerosos encargos a la vez, debes ser el mejor malabarista del mundo.
¿Cómo se consigue? No basta con la habitual base de datos a varias columnas en
la que controlas el estado de cada proyecto, sino que tendrás que
confeccionarte una tabla especial para la ocasión del grupo de certificaciones
que en ese momento estés manejando. Yo lo hago a mano en mi agenda porque así
me la puedo llevar a las visitas y actualizar los avances en tiempo real. Siete
cuadraditos por certificación que tacho por etapa finalizada: Formalización de
encargo – Visita – Trabajo – Trámite – Etiqueta - Envío al cliente.
Pero no solamente debes ser
equilibrista en organización, sino que tienes que entender que cuando te hallas
en la visita número 124 en la Calle Zutanito nº 13, 50º 4ª, tu mente y cuerpo
solamente deben estar dirigidos al 100% a la toma de datos de la vivienda del
nº 13 de la Calle Zutanito, 50º 4ª; y al asesoramiento de tu cliente. Lo que
ocurrió en la visita número 123 en la Plaza Menganito nº 6, 23º 1ª hace
escasamente dos horas no existe. Al menos hasta que acabes la visita nº 124 y
te dirijas a tu despacho a redactar la certificación de la vivienda del nº 6 de
la Plaza Menganito,23º piso, puerta 1ª. De la misma manera, si el cliente de la
certificación número 67 no te la ha pagado todavía – a pesar de que ya han
pasado tres meses desde que se la entregaste -, por muy enfadado que estés y
pensando en contratar al bufete de abogados de Boston Legal (o mejor aún, a
alguien de la familia Corleone), tienes que encerrar tu rabia en una cajita con
el número 67 y no abrirla nunca mientras estés dedicándote a resolver otras
cajitas, en estos momentos las 123 y 124. A esto se le llama compartimentación,
y aunque al principio cueste mucho llevarla a cabo, a medida que se va ganando
en experiencia profesional, se va consiguiendo de manera más automática. Te
recomiendo compartimentar de uno en uno al inicio, después ya serás capaz de
hacerlo por parejas o tríos de certificaciones.
Así que recuerda: clasifica
meticulosamente todos tus trabajos y su estado en una base de datos, y vuélcate
al 100% en cada uno de ellos, olvidando todos los demás.
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