Sea cual sea la actividad que realices, te
recomiendo un divertido juego. Puedes practicarlo durante una mañana o un día
entero. Ponte en la piel de un posible cliente de empresas que vendan servicios
análogos al tuyo, y visítalas. Prepara un rol de antemano, apréndetelo y, como
un actor que debe representar un papel en una película, empieza a rodar. Esta
práctica se denomina mystery shopping
(compra misteriosa) y, durante las últimas décadas ha adquirido enorme
notoriedad como herramienta de testeo del servicio de atención al cliente.
Programas televisivos como “El jefe” (gran éxito en los EE.UU. e implantado en
España en 2014) podrían ser una buena fuente de inspiración.
Cuando
estaba empezando en la certificación energética, realicé esta operación en una
serie de inmobiliarias en un barrio escogido al azar. Creo recordar que visité
quince empresas en una mañana. El papel era muy sencillo: era un propietario de
un piso de 70 m2 que estaba a punto de vender mi piso y, justo
cuando había encontrado comprador, el encargado de la inmobiliaria me había
informado de que necesitaba un certificado energético y la cédula de
habitabilidad. Para ganar en credibilidad, utilizaría en las visitas las locuciones
erróneas “certificado de energía” y “célula de habitabilidad”. Datos a obtener:
precios y duración del trámite. El resto de informaciones no me interesarían
nada, pero dejaría cancha al profesional para explayarse en ellas.
Acabé
la jornada rendido, pero satisfecho. Más tarde, en mi lugar de trabajo, pude
establecer los siguientes comportamientos profesionales:
1) Empresas que
me facilitaban el número de un técnico especialista independiente, casi siempre
en un post-it o una nota escrita a mano. En poquísimas ocasiones me entregaban
tarjeta.
2) Empresas que
se comprometían a que su técnico especialista se pusiese en contacto conmigo.
Algunas cumplían lo prometido, otras no.
3) Empresas
cuyo director era el técnico certificador, que explicaba personalmente todo el
proceso y mostraba una certificación energética como ejemplo.
4) Empresas que
no especificaban quién realizaría el trabajo, pero facilitaban precios
(normalmente sin indicar el desglose de los mismos) y plazos de entrega.
Algunas proponían facturar sin IVA.
5) Empresas que
divagaban a la hora de ofrecerme precios, como si no tuviesen tarifado el
servicio.
6) Empresas en
las cuales el primer interlocutor no conocía lo suficiente lo que era una
certificación energética y debía consultar a un superior.
Por
supuesto, en casi todas las empresas que visité podían darse mezclas de
arquetipos, pero en esencia quedémonos con esos seis principales. Así pues, ¿cuáles
fueron las conclusiones que extraje de mi pequeña investigación de campo? Si un
cliente está interesado en que le realices una certificación energética, en un
minuto debes ser capaz de explicarle cómo, cuándo y por cuánto se la realizarás,
y proponer una cita para la visita de toma de datos. ¿Verdad que parece
sencillo? Pues en mi test de mystery
shopper descubrí que solamente el 10% de las empresas contactadas
explicaban perfectamente el servicio requerido, y ninguna intentaba convertirme
en cliente. Por lo tanto, sé directo y meridianamente claro en lo que ofreces,
y tendrás enorme ventaja sobre tus competidores.
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