Por fuera, el edificio parece uno más de la típica zona residencial tranquila de una ciudad-jardín.
Dentro de la manzana, al abrigo de las silenciosas calles, podemos disfrutar de las terrazas, ludotecas, gimnasios y establecimientos varios. Los comercios y equipamientos están abiertos al interior y se accede a ellos por pasos comunes, accesibles a todos los peatones. Este modelo de manzana, también presente en varios tipos edificatorios de la Villa Olímpica de Barcelona, inexplicablemente no ha logrado hacerse un hueco en la inmensa mayoría de las zonas residenciales. Y decimos de manera inexplicable porque la idea de que los comercios den la espalda al bullicio es buena.
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