Muchas veces pensamos que el día
debería tener 28 horas. Y no es para menos. Hay periodos en los cuales podemos
recibir un buen pico de trabajo y debemos estar preparados para ello, no
solamente desde el punto de vista técnico, sino psicológico. Estoy convencido
de que la mitad - e igual me quedo corto
– del trabajo profesional del día a día debe dedicarse a gestionar, preparar o
sembrar precisamente la otra mitad del tiempo de trabajo. Es decir, control de
llamadas, reuniones, visitas comerciales, planificación de estrategias, etc.
Aparentemente es tiempo no remunerado, pero a la larga los escépticos (te
confieso que yo también lo fui en su momento) se convencen de lo contrario.
Tener la situación bajo control es uno de los placeres más grandes que tiene el
autónomo o director de una empresa.
Tenemos que aprovechar nuestro tiempo
de la manera más eficaz. Imagínate una situación sencilla, que denominaremos
ESCENARIO I. Tenemos que desplazarnos en metro hacia el otro extremo de la
ciudad para realizar una visita de certificación energética y cédula de
habitabilidad. Aparte de la hora u hora y media de visita propiamente dicha,
tenemos otra hora y media que pasaremos viajando por los túneles que surcan las
entrañas de nuestra ciudad. Nadie te impide leerte un par de cuentos de Edgar
Allan Poe durante cada trayecto, o mirar los últimos cotilleos deportivos en tu
móvil interneteado. Pero en esa hora y media podrías adelantar parte de ese
trabajo de gestión que es posible realizar sin tener ordenador delante, simplemente
con tu agenda a mano. Planificar tareas, citas, ordenar la agenda de teléfonos
del móvil (yo necesito saber quién me llama en cada momento antes de descolgar),
poner al día la contabilidad, buscar cursos de reciclaje profesional en webs
especializadas o de tu colegio profesional, realizar labores de community
manager con tus perfiles profesionales de LinkedIn o Facebook, escribir
borradores de artículos o posts para tu blog o espacio web…
Ahora pasemos al ESCENARIO II. Se
trata de una visita similar, pero a una treintena de kilómetros de tu puesto
base. Si utilizas el tren o autobús para el desplazamiento, sirve lo apuntado
para el ESCENARIO I, pero si te diriges hacia tu destino en coche,
evidentemente la cosa cambia. Y aquí me atrevo a dar un consejo que puede que
haga tirarse de los pelos a más de uno. Nada de manos libres en el coche para
contestar llamadas mientras conduces. Cuando se conduce, el móvil no existe.
Solamente estáis tu vehículo y tú, y la radio o música que puedas poner. Por
ello, recomiendo salir con suficiente antelación de tu campamento base para
llegar un cuarto o media hora antes a tu destino y emplear ese tiempo, no en
presentarte antes de la hora en el domicilio de tu cliente (un error comparable
al de llegar tarde bajo mi punto de vista), sino en realizar gestiones-escoba.
Llamadas no contestadas, comprobación del Email, anotación de algún recado que
llevarás a cabo en tu despacho, etc. Quince minutos antes de la visita y quince
minutos después puede ser suficiente, el tiempo necesario para desconectar
antes y después de la toma de datos y entrar en modo carretera de manera más
paulatina y oxigenada.
En el ESCENARIO III, no nos
dirigiremos a la vivienda a certificar en transporte rodado, sino caminando. Pero
ese detalle no cambia nuestra estrategia. Esos quince minutos de propina antes
y después de las visitas puedes aposentarte en un parque, plaza pública o
incluso en un bar (reconoce que muchas veces no te da tiempo a desayunar),
organizando tu tiempo y tus labores de los próximos días. Si vas a realizar
algunas llamadas pendientes, entonces no te recomiendo el bar, sino la quietud
del parque o de la plaza. El ruido de piscolabis o de los coches hace muy
difícil seguir conversaciones, y podría ser un hándicap serio si encima estás
negociando un buen encargo.
En resumen: el tiempo de visitas no
debe ser sólo tiempo de visita, sino de gestión y adelanto de otras labores
igual de importantes. Valora especialmente las horas que pasas en el transporte
público, hazte a la idea de que tu coche es, además de tu amigo, tu oficina
rodante; y considera los parques y las plazas como los lugares más adecuados
para llamar por teléfono desde la calle. Y, por qué no, aprovecha que te mueves
por tantos sitios durante las semanas para disfrutar de los viajes en sí y para
conocer ciudades o pueblos nuevos. Incluso podrías convertir en costumbre
realizar visitas culturales o arquitectónicas una vez a la semana, fuera del
agobio de los sábados y los domingos. Piensa en cuánta gente está deseando tener
ese trabajo tan alejado de la rutina.
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